martes, 27 de febrero de 2024

· La Coca Cola





 La Coca-Cola 

 

 


Era un domingo cualquiera de esos de pijama y manta.

 

Entre las rendijas de la persiana de mi habitación, atravesaban todavía tenues algunos rayos de sol y en la cocina (que estaba justo al lado), podía escuchar el murmullo de mi primo Dani despidiéndose de su madre... 

-No te preocupes, tendré cuidado".

 

En sus 15 años, rebosaba las ganas de pasarlo bien, de cero preocupaciones, disfrutar de la vida y de los pequeños placeres.

Se había convertido en una especie de mitad adolescente-mitad hombre, con esa voz suave, pero a la vez varonil y su pelo "a la moda", un estilo a tazón cortito, que dejaba ver perfectamente sus rasgos más afilados de la cara, esa pelusilla en la barbilla y sus preciosos ojos color miel.

Un cuerpo bien contorneado hacía el resto, no muy alto pero atlético y un pendiente que se acababa de hacer en una oreja que le daba cierto aire de "malote".

 

Llamaban muchas chicas a casa, tanto al porterillo como por teléfono, pues era bien sabido su magnetismo y atractivo para con las mismas. Nunca se regodeo de ello, ni era creído, solo se dejaba llevar por esa época de cambios en su cuerpo, en esa necesidad de querer expresar a través del mismo, su personalidad. 

Aquella mañana se despedía apresurado con ganas de comerse el mundo y una mochila a sus espaldas, no era necesario nada más. Sus amigos ya le esperaban en el portal para ir a los Cahorros y echar un día de senderismo y de contacto con la naturaleza. 

Y se fue...

 

Mi domingo era más aburrido, y aunque empezaba a sentir la comodidad de una casa que se había convertido en mi nuevo hogar, desde que habían fallecido mis padres no estaba en la onda, pareciera como si todo lo divisase desde otro plano, en donde ves transcurrir la vida sin estar al cien por cien, como si estuviese ante una pantalla de cine y yo fuese mera espectadora de mi propia vida.

Recuerdo imaginar que me gustaría estar ya en esa etapa de la vida de un adolescente en que eres un poco más independiente y te dan más libertad para poder ir con tus amigas a pasar todo un día, pero en mis 12 años, emergían todo un revoltijo de emociones que todavía no sabía cómo gestionar, era un hervidero de hormonas con exceso de pasado y en mi interior un grito constante por querer volver a mi vida anterior con mis padres, en mi pueblo y con todo lo que me había hecho sentir segura. 

Empezar de cero no estaba siendo nada fácil, sobre todo el conformar una nueva familia con mis tíos y mis dos primos estaba siendo más difícil de lo que a simple vista parecía. Quizás seguía sin superar que la vida ya no volvería a ser como antes, había mucho dolor dentro de mí y necesitaba tiempo para sanar.

 

Mi domingo comenzó tranquilo, discurrió con mi comida favorita en el plato y entre juegos con mi hermana y mi primo pequeños; cartas, juegos de mesa, música, etc...

Hasta que el teléfono sonó...

Seguíamos con nuestros juegos en mi habitación, cuando de repente escuchamos a mi tía gemir, no puedo describir como era el gemido, arañaba el aire y lo cortaba, jamás lo olvidaré...

Salimos apresurados de la habitación hacia el salón y preguntamos... - ¿qué es lo que ocurre? ¿quién ha llamado? -, mi tía entre sollozos solo pudo decir... -es Dani ... se ha caído, nos vamos al hospital.

Lo que bien parecía un domingo tranquilo se convirtió en una pesadilla.

 

No recuerdo muy bien con quien nos quedamos a dormir y quienes cuidaron de nosotros, pero entre unos y otros nos iban contando como iba pintando la pesadilla...

-está en coma, está grave...hay que rezar por él...

Horrorizada intentaba asimilar todo aquello, pero era demasiado. Me hundía en un pozo cada vez más profundo y más negro, ni siquiera encontraba el fondo para poder tocarlo e impulsarme con fuerza. Estaba de nuevo a merced de la vida, ... ¿por qué no me moría? sentí desvanecer y cada vez me perdía más y más.

 Así pasaron los días de domingo a jueves... 

 

- Los médicos dicen que está muy grave, que no va a despertar del coma, pues el golpe más fuerte lo lleva en la cabeza y si despierta va a quedar muy tocado.

 

Y entonces, vinieron mis tíos la noche del jueves a recogernos,

 venían sin él...

Los abrazamos a ambos buscando en sus miradas un ápice de esperanza, pero sus miradas estaban empañadas por el dolor y solo pudo hablar mi tía... 

-Dani se ha ido al cielo, tenemos que ser fuertes y cuidarnos unos a otros...

Mi tía nunca volvió a ser la misma y la estructura de familia que acabábamos de empezar a cimentar se desmoronó.

 

Llegar a casa sin él era algo irreal. 

Allí en su habitación permanecía todo tal y como lo dejó... su minicadena y el CD que le habían traído los reyes " Maquina total 8", su olor, su cama inerte por la ausencia, tan vacía...

Pasaron los días sobreviviendo al dolor y una mañana en que me encontraba sola, llamaron al porterillo.

- ¿Sí? - pregunté...

- Soy Paquillo...

Abrí la puerta del portal desde el botón del portero...

Paquillo era uno de los mejores amigos de mi primo Dani, aunque tenía muchos amigos, siempre andaban Álvaro, Paquillo y mi primo los tres juntos, eran los inseparables.

Subió por el ascensor y venía afligido, con mucha pena en su cara y titubeando me dijo:

- Toma, es la mochila de tu primo Dani ... quise abrazarle, pero estaba en esa edad en que esas cosas te dan vergüenza y pude adivinar que a él le ocurrió lo mismo pues bajó su mirada como medio sollozando y se despidió de mí de forma apresurada. Bajó las escaleras muy rápido, quizás para que no le viese llorar pues estaba a punto de romperse.

Una vez dentro y sola, observé la mochila con detenimiento, era lo único que llevaba mi primo en los minutos previos antes del fatal accidente. 

Acaso ¿podía encontrar algo dentro que pudiese paliar un poco mi dolor? ... 

traté de averiguarlo abriendo la mochila. 

De dentro saqué alguna cosa que llevaba de picoteo y una botella de dos litros de coca cola que estaba a medio empezar. La dejé a la vista en la encimera de la cocina y me quedé largo rato observándola. Ahora era lo más cercano que tenía de él.

 Era una simple botella de coca cola y buscaba al menos una respuesta para las mil preguntas que tenía rondando en mi cabeza.

Entonces tuve una única revelación, absurda para calmar mi dolor, pero fue concluyente.

Pude ver que en la botella seguía habiendo más de la mitad de coca cola y lo poco que había bebido.


Aquella botella fue un mensaje para mí, venia implícito en su interior, mi primo solo había bebido un sorbo, todavía le quedaba más de media botella por beber...


El mismo y pequeño sorbo que le había dado a la vida ... 




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